Esta es una de las experiencias que nos hacen reflexionar tanto acerca de las habilidades que tenemos, que no dudé un minuto compartirla para dar esperanza a cualquiera que la lea.
No acostumbramos ir de compras muy seguido, y cuando lo hacemos vamos de prisa, máximo un par de tiendas y directo a lo que estamos buscando; todo esto por aquello de evitar sobre estimular a los niños, pues en los centros comerciales hay mucha gente, luces, tiendas con muchas cosas diferentes, comida, etc.
Pero, cuando recibimos visita de nuestro país cambiamos un poco la rutina para compartir con ellos y ayudarlos con las compras que cualquiera que vaya de vacaciones suele hacer. Así que, un jueves en la mañana fui con Gustavo, mi hijo menor, a buscar a unos amigos de mi papá para acompañarlos a un centro comercial que queda cerca de la casa de nosotros. Los acompañamos hasta el mediodía, ya que luego debí hacer una pausa para ir a casa a esperar a que Eduardo regresara de la escuela. Mientras, almorzábamos y por casualidad conseguí unos pases de descuento que habían llegado por correo para utilizar en los parques de Orlando, y decidí llevárselos a nuestros amigos.
A media tarde, llegamos de nuevo al centro comercial. Cuando salgo sola con los dos niños, acostumbro llevar a Gustavo en el cochecito y que Eduardo camine a mi lado para controlar mejor la situación, y coloqué los pases en un bolsillo del coche. Caminamos hasta el lugar donde quedamos encontrarnos con los amigos y no estaban, así que decidí caminar un rato con los niños para que no se alteraran esperando. Entramos en una tienda de ropa solo para mirar un rato y los niños estaban tranquilos, jugando juntos, pero de repente Eduardo sacó los pases. De inmediato, me di cuenta y le dije que los guardara en su lugar. De allí fuimos a una tienda de artículos para el hogar en la que compre una jarra para jugos, por último fuimos a una tienda de zapatos en la que solo estuvimos unos minutos. Luego, caminamos unos cuantos pasos y conseguimos a nuestros amigos por casualidad.
Cuando busque los pases… No estaban! De inmediato veo a Eduardo y lo noto nervioso. Le pregunto dónde estaban los pases y me dice que los perdió. Allí mismo comencé a decirle que ya le había dicho que eso no era para jugar, que porque tiene que perder las cosas, y quien sabe cuántas cosas más. Cuando estoy molesta, Eduardo se pone muy intranquilo, intenta calmarme y que se me olvide lo que pasa para que vuelva a ser la misma con él; por lo que me agarraba la mano, me decía: ¿estás bien?, ¿estás mejor?, te quiero mami, etc.
A todo esto, yo continuaba seria y le pregunté de nuevo por los pases... cuando de repente me dice: "están dentro de la caja"... la caja? y luego le digo: "cual caja?" Se queda callado y yo me pongo a pensar: "cómo voy a saber a qué caja se refiere?" Se me ocurre indagar más, así que bajo la guardia y le digo con voz suave: "mami está bien, cuéntame sobre la caja, de qué color es?" A lo que él de inmediato responde: "blanca y verde". En ese momento me impresiono, y me pregunto a mi misma: "estará mintiendo para que no me moleste de nuevo con él o estará recordando dónde dejó los pases?" Confío en él y le pregunto más: "dónde está la caja?" Luego de unos segundos, me dice: "en el mercado". Entonces resumo: "los pases están dentro de una caja verde con blanco que está en el mercado?" A lo que él dice: "si mami". Más confundida que nunca comienzo a pensar: "qué será el mercado para Eduardo?" Solo estuvimos en tres tiendas: de ropa, del hogar y de zapatos... cualquiera podría ser "el mercado".
Decido entonces dar un paseo a ver si me puede mostrar "el mercado". Pasamos por el frente de la tienda de zapatos, la señalo y le digo: "este es el mercado?" y Eduardo dice: "no". Ok, sigamos paseando. Nos encontramos la tienda de cosas para el hogar y le pregunto: "es este el mercado?"... "si, este es el mercado", dice Eduardo. Me arriesgo y sigo confiando en él y agrego: "muy bien, ahora vamos a buscar la caja blanca con verde" y él dice "ok". La tienda es muy grande, por lo que le doy dos opciones: "por aquí o por allá?", y él responde: "por aquí", luego yo continúo: "seguro?" y el me dice: "seguro, mami". Sigo preguntándole cual es el camino y nada, no vemos más pistas hasta que recuerdo que cerca está el estante de las jarras y le digo: "por aquí?", él se fija y me dice: "espera", se mueve al pasillo de al lado y me llama: "es por aquí". Cuando me doy cuenta, es el pasillo de las jarras y justo al frente de ellas estaban unas cajas blancas con verde... y encima de una de ellas: "los pases!"
No lo podía creer, y por supuesto en lugar de reclamarle, lo abrasé y lo besé y le dije: "muy bien, buen trabajo, eres muy listo... encontraste los pases" "mami está muy feliz" y él, se notaba orgulloso, contento. Revisé mi cartera, conseguí un chocolate y se lo di como recompensa. Algunas personas nos veían como sorprendidos por tanta celebración, y es que allí nadie más sino nosotros comprendíamos que Eduardo había sido un héroe esa tarde. Como cualquiera, cometió un error y luego hizo su mejor esfuerzo por comunicarle a mami dónde había olvidado esos pases tan importantes para ella. Nunca, jamás duden de la capacidad de sus hijos para hacer algo y hagan ustedes su mejor esfuerzo por encontrar esa conexión especial con ellos; aunque sientan que se acaba la paciencia, tomen unos minutos para pensar, respirar e intenten de nuevo... siempre intenten otra vez! Tal vez, no es que ellos hagan cosas que no tienen sentido, es que nosotros no logramos comprender el significado que tienen esas cosas para ellos. Nunca olvidaré esta lección que aprendí en septiembre del 2007, y ojalá puedan apreciar este mensaje tanto como nosotros.
No acostumbramos ir de compras muy seguido, y cuando lo hacemos vamos de prisa, máximo un par de tiendas y directo a lo que estamos buscando; todo esto por aquello de evitar sobre estimular a los niños, pues en los centros comerciales hay mucha gente, luces, tiendas con muchas cosas diferentes, comida, etc.
Pero, cuando recibimos visita de nuestro país cambiamos un poco la rutina para compartir con ellos y ayudarlos con las compras que cualquiera que vaya de vacaciones suele hacer. Así que, un jueves en la mañana fui con Gustavo, mi hijo menor, a buscar a unos amigos de mi papá para acompañarlos a un centro comercial que queda cerca de la casa de nosotros. Los acompañamos hasta el mediodía, ya que luego debí hacer una pausa para ir a casa a esperar a que Eduardo regresara de la escuela. Mientras, almorzábamos y por casualidad conseguí unos pases de descuento que habían llegado por correo para utilizar en los parques de Orlando, y decidí llevárselos a nuestros amigos.
A media tarde, llegamos de nuevo al centro comercial. Cuando salgo sola con los dos niños, acostumbro llevar a Gustavo en el cochecito y que Eduardo camine a mi lado para controlar mejor la situación, y coloqué los pases en un bolsillo del coche. Caminamos hasta el lugar donde quedamos encontrarnos con los amigos y no estaban, así que decidí caminar un rato con los niños para que no se alteraran esperando. Entramos en una tienda de ropa solo para mirar un rato y los niños estaban tranquilos, jugando juntos, pero de repente Eduardo sacó los pases. De inmediato, me di cuenta y le dije que los guardara en su lugar. De allí fuimos a una tienda de artículos para el hogar en la que compre una jarra para jugos, por último fuimos a una tienda de zapatos en la que solo estuvimos unos minutos. Luego, caminamos unos cuantos pasos y conseguimos a nuestros amigos por casualidad.
Cuando busque los pases… No estaban! De inmediato veo a Eduardo y lo noto nervioso. Le pregunto dónde estaban los pases y me dice que los perdió. Allí mismo comencé a decirle que ya le había dicho que eso no era para jugar, que porque tiene que perder las cosas, y quien sabe cuántas cosas más. Cuando estoy molesta, Eduardo se pone muy intranquilo, intenta calmarme y que se me olvide lo que pasa para que vuelva a ser la misma con él; por lo que me agarraba la mano, me decía: ¿estás bien?, ¿estás mejor?, te quiero mami, etc.
A todo esto, yo continuaba seria y le pregunté de nuevo por los pases... cuando de repente me dice: "están dentro de la caja"... la caja? y luego le digo: "cual caja?" Se queda callado y yo me pongo a pensar: "cómo voy a saber a qué caja se refiere?" Se me ocurre indagar más, así que bajo la guardia y le digo con voz suave: "mami está bien, cuéntame sobre la caja, de qué color es?" A lo que él de inmediato responde: "blanca y verde". En ese momento me impresiono, y me pregunto a mi misma: "estará mintiendo para que no me moleste de nuevo con él o estará recordando dónde dejó los pases?" Confío en él y le pregunto más: "dónde está la caja?" Luego de unos segundos, me dice: "en el mercado". Entonces resumo: "los pases están dentro de una caja verde con blanco que está en el mercado?" A lo que él dice: "si mami". Más confundida que nunca comienzo a pensar: "qué será el mercado para Eduardo?" Solo estuvimos en tres tiendas: de ropa, del hogar y de zapatos... cualquiera podría ser "el mercado".
Decido entonces dar un paseo a ver si me puede mostrar "el mercado". Pasamos por el frente de la tienda de zapatos, la señalo y le digo: "este es el mercado?" y Eduardo dice: "no". Ok, sigamos paseando. Nos encontramos la tienda de cosas para el hogar y le pregunto: "es este el mercado?"... "si, este es el mercado", dice Eduardo. Me arriesgo y sigo confiando en él y agrego: "muy bien, ahora vamos a buscar la caja blanca con verde" y él dice "ok". La tienda es muy grande, por lo que le doy dos opciones: "por aquí o por allá?", y él responde: "por aquí", luego yo continúo: "seguro?" y el me dice: "seguro, mami". Sigo preguntándole cual es el camino y nada, no vemos más pistas hasta que recuerdo que cerca está el estante de las jarras y le digo: "por aquí?", él se fija y me dice: "espera", se mueve al pasillo de al lado y me llama: "es por aquí". Cuando me doy cuenta, es el pasillo de las jarras y justo al frente de ellas estaban unas cajas blancas con verde... y encima de una de ellas: "los pases!"
No lo podía creer, y por supuesto en lugar de reclamarle, lo abrasé y lo besé y le dije: "muy bien, buen trabajo, eres muy listo... encontraste los pases" "mami está muy feliz" y él, se notaba orgulloso, contento. Revisé mi cartera, conseguí un chocolate y se lo di como recompensa. Algunas personas nos veían como sorprendidos por tanta celebración, y es que allí nadie más sino nosotros comprendíamos que Eduardo había sido un héroe esa tarde. Como cualquiera, cometió un error y luego hizo su mejor esfuerzo por comunicarle a mami dónde había olvidado esos pases tan importantes para ella. Nunca, jamás duden de la capacidad de sus hijos para hacer algo y hagan ustedes su mejor esfuerzo por encontrar esa conexión especial con ellos; aunque sientan que se acaba la paciencia, tomen unos minutos para pensar, respirar e intenten de nuevo... siempre intenten otra vez! Tal vez, no es que ellos hagan cosas que no tienen sentido, es que nosotros no logramos comprender el significado que tienen esas cosas para ellos. Nunca olvidaré esta lección que aprendí en septiembre del 2007, y ojalá puedan apreciar este mensaje tanto como nosotros.